La dictadura militar Argentina (1976-1983), utilizo como otra forma de represión ideológica, la censura literaria; con el objetivo de mantener un sistema autoritario a través de la manipulación de la información.
La imagen de los libros apilados esperando ser incinerados desata montones de preguntas. Arde la vista con el fuego de la censura y el fuego amargo de aquellos que quemaron sus libros porque tenerlos podía ser un pasaporte a la muerte.
Si bien las prohibiciones se instalaron en todos los frentes, hubo un espacio que el ojo del censor vigiló con firmeza: el de la literatura infantil. Los militares se sentían en la obligación moral de preservar a la niñez de aquellos libros que —a su entender— ponían en la mente de los niños "ideas peligrosas"
“Fantasía ilimitada” es una frase escrita en la pared de la Biblioteca Libros Prohibidos, la expresión fue tomada de la resolución que prohibía La torre de cubos de Laura Devetach, en 1979, libro para chicos que ellos consideraban no apto para su lectura por su “crítica a la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad”, entre otras cuestiones.
Pero también estuvieron aquellos que se animaron a esconder esos libros y tras la
vuelta de la Democracia los sacaron de nuevo a la luz. Algunos de estos
ejemplares fueron donados a la Biblioteca de los Libros prohibidos , que nació en 2007 y las
historias de esos libros forman parte también del archivo de textos y
audiovisual que se puede consultar allí.
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